domingo, 6 de febrero de 2022

El diario del lector

 El diario del lector



Para hablar de lectura vamos a citar a Barthes, quien lo dice de una manera fascinante...

"¿Qué es lo que hay de Deseo en la lectura? El Deseo no puede nombrarse, ni siquiera (al revés que la necesidad) puede decirse. No obstante, es indudable que hay un erotismo de la lectura (en la lectura, el deseo se encuentra junto a su objeto, lo cual es una definición del erotismo). Sobre este erotismo de la lectura quizá no hay un apólogo más puro que aquel episodio de En busca del tiempo perdido, en que Proust nos muestra al joven Narrador encerrándose en los retretes de Combray para leer (para no ver sufrir a su abuela, a quien, en broma, le han contado que su marido va a beber coñac…): “Me subía a llorar a lo más alto de la casa, junto al tejado, a una habitacioncita que estaba al lado de la sala de estudio, que olía a lirio, y que estaba aromada, además, por el perfume de un grosellero que crecía afuera, entre las piedras del muro, y que introducía una rama de flores por la entreabierta ventana. Este cuarto, que estaba destinando a un uso más especial y vulgar, y desde el cual se dominaba durante el día claro hasta el torreón de Roussainville-le-Pin, me sirvió de refugio mucho tiempo, sin duda por ser el único donde podía encerrarme con llave para aquellas de mis ocupaciones que exigían una soledad inviolable: la lectura, el ensueño, el llanto y la voluptuosidad”.

Así, pues, la lectura deseante aparece marcada por dos rasgos que la fundamentan. Al encerrarse para leer, al hacer de la lectura un estado absolutamente apartado, clandestino, en el que resulta abolido el mundo entero, el lector –el leyente- se identifica con otros dos seres humanos –muy próximos entre sí, a decir verdad- cuyo estado requiere igualmente una violenta separación: el enamorado y el místico: de Teresa de Ávila se sabe que hacía de la lectura un sustituto de la oración mental; y el enamorado, como sabemos, lleva la marca de un apartamiento de la realidad, se desinteresa del mundo exterior. Todo esto acaba de confirmar que el sujeto-lector es un sujeto enteramente exiliado bajo el registro del Imaginario; toda su economía del placer consiste en cuidar su relación dual con el libro (es decir, con la imagen), encerrándose solo con él, pegado a él, con la nariz metida dentro del libro, me atrevería a decir, como el niño se pega a la madre y el Enamorado se queda suspendido del rostro amado. El retrete perfumado de lirios es la clausura misma del Espejo, el lugar en que se produce la coalescencia paradisíaca del sujeto y la Imagen (el libro).
El segundo rasgo que entra en la constitución de la lectura deseante – y eso es lo que nos dice de manera explícita el episodio del retrete – es éste: en la lectura, todas la conmociones del cuerpo están presentes, mezcladas, enredadas: la fascinación, la vacación, el dolor, la voluptuosidad; la lectura produce un cuerpo alterado, pero no troceado (si no fuera así la lectura no dependería del Imaginario)."

Barthes, "El susurro del lenguaje" 1976

Llevar un diario del lector es una conexión entre leer y escribir, las lecturas pueden disparar en lugares tan insólitos como individuales. "Los libros son espejos: sólo se ve en ellos lo que uno ya lleva dentro —replicó Julián." recuerdo que dice un personaje de una novela que amo. 

SOBRE LAS NOTAS DE LECTOR 

Los lectores entusiastas acostumbran subrayar los textos que leen o hacer anotaciones en los márgenes, como una forma de dejar constancia de su paso por esas páginas y de sus impresiones, acuerdos o desacuerdos con las ideas que allí se expresan. Claro que hay lectores más cuidadosos, amantes de los libros como objetos preciosos, que ni en los momentos de mayor exaltación serían capaces de marcar las páginas. Esos lectores –y también los otros– tal vez llevan un diario o una libreta de notas, donde escriben sus comentarios, sus opiniones y juicios en relación con lo que leen, las dudas y preguntas que les surgen, asociaciones, e incluso citas de las frases o los fragmentos que más les gustaron o de los que menos. Algunos lectores, los más nostálgicos, con el paso de los años vuelven de tanto en tanto a esas anotaciones, como si fueran fotos guardadas en un álbum, para revivir momentos placenteros o intensos de contacto con los libros y, en algunos casos, para divertirse comprobando la ingenuidad de aquellas lecturas o admirarse con lo poco que han cambiado sus interpretaciones. Unos pocos, aquellos que hacen de la escritura una actividad vital, frecuente, quizá recuperen las notas de lector como insumo para redactar un libro, un artículo, un ensayo, una reseña o una obra de ficción. Como estrategia didáctica, las notas de lector son una forma de articular lectura y escritura, de poner en funcionamiento los conocimientos acerca de la lengua, de los textos, de la literatura, que los alumnos desarrollan dentro y fuera de la escuela, y de crear un espacio donde las hipótesis, las intuiciones y las preguntas sean protagónicas. Ocasionalmente, esas notas pueden ser el punto departida para la producción de un texto crítico o ensayístico o de una recomendación de lectura. (Alvarado, 2000, p. 10)

Aquí les dejo un modelo que pueden seguir o modificar a su gusto, la idea es que puedan llevarlo en un cuaderno, en un bloc de notas en el celular o compu.


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